El medio ambiente es un gran libro abierto a todos los sentidos.
El contacto de los niños con la naturaleza es fundamental en su desarrollo y educación.
Actualmente,
los niños y las familias tienen menos oportunidades de interactuar con el medio
natural.
Los grandes cambios en las dinámicas familiares, han llevado a un creciente aislamiento de los niños del mundo natural. Éste se intenta compensar con un exceso de productos y tecnologías: televisión, ordenador, tablet, etc. que suplantan a los seres de la naturaleza.
La escasez de espacios y posibilidades de movimiento, la gran cantidad de representaciones abstractas sin relación alguna con su experiencia directa, el continuo bombardeo de estímulos (luces, ruido, velocidad, colores chillones, etc.) al que están sometidos, y en definitiva, la falta de contacto directo con la naturaleza, podrían estar en la base de numerosos problemas que aquejan actualmente la infancia: asma, estrés, obesidad, TDH y depresión infantil.
Los niños necesitan naturaleza, se sientes atraídos por ella. En su contacto se desarrollan de forma más saludable a todos los niveles: físico, mental, social y espiritual.
El contacto de los niños con la naturaleza, en interacción directa con la vida debería ser reconocido como un derecho fundamental de la infancia.
Naturalizar
los espacios educativos conlleva incluir plantas, árboles, flores, huerto, y
elementos naturales, poniendo al niño en contacto con estos materiales, y dándoles
la posibilidad de que sean los ellos mismos quienes den vida a través de la
abstracción a un trozo de pieza, madera o cartón, dándoles la vida que en su
mundo quieran.
Darles la oportunidad de pisar los charcos cuando llueve, de escuchar el chasquido de las piedras al caer al agua, de escuchar los pájaros, de sentir el olor de las plantas, o de acompañarlos a disfrutar de los fenómenos meteorológicos, genera beneficios en su desarrollo general tales como:
Potenciar la creatividad.
Desarrollar sus habilidades motrices.
Desarrollar la autorregulación.
Desarrollar las habilidades cognitivas.
Favorecer la adquisición de actitudes de respeto y valoración del medio ambiente.
Estos
espacios deben estar diseñados teniendo en cuenta la perspectiva de los niños,
no sólo la del adulto, es decir, los espacios deben ser menos estructurados,
para que los niños puedan explorar, descubrir, desarrollar su interés,
curiosidad e imaginación y la capacidad de descubrir por sí mismos y así
aprender a sorprenderse.
Está demostrado que los niños que crecen en contacto con la naturaleza aprenden a observar los cambios que se producen en ella. Descubren cómo nacen y se transforman las plantas, aprenden a observar, a escuchar, a trabajar en equipo, a colaborar y a saber esperar.
Cuando la vida te de lluvia, salta en los charcos.
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